marzo 07, 2016

Me gusta la esterilidad del gris metálico. Maldito. Inerte, inanimado e insensible gris.


febrero 28, 2016

Insomnio corrosivo y propio

La inmensidad del cielo me sumerge; me toma y me hace parte. Me fundo con las nubes que tiñen esta madrugada de colores asombrosos, y respiro su sabor. Esa brisa que mece mis pestañas me baña en un placer casi sexual y me lleva al éxtasis, en el que permanezco. Frágil, insignificante ante tan vasta naturaleza. Acá pertenezco, pienso. Soy cielo. No quiero volar, no. 
Puedo oler el cielo. Puedo sentirlo. Y lo siento propio. Porque yo también soy cielo... lo sé. Puedo sentir adentro mío la libertad salvaje que despliega violentamente sus gigantescas alas y con ellas azota un viento que me envuelve de inmediato y me eleva hacia la densidad profunda de este cielo del que me enamoré. Porque es lo más infinito que conozco. Tanto como mi amor por él. Por este momento.
No tengo miedo de caer. Ya soy parte del cielo. Soy una estrella más, ambiciosa de contemplar qué hay más allá de las nubes que se ven desde abajo... es absolutamente indescriptible. Una belleza sobrehumana que me lleva a creer que acá es donde empieza la vida. 
Las estrellas no mueren.
Esto sólo está en mi mente, ya lo sé. Pero a veces, se ve más y mejor  con los ojos cerrados.
Para él, que ya es otra estrella en el cielo.

febrero 16, 2016

Linda manzana, la saludé, y los besitos vinieron solitos
Nunca conocí ningún racimo tan sabroso
flor              de      amor

Met-amorfo-sis

Qué curiosa es la forma en que las nubes cuelgan suspendidas de la nada misma. Cúmulos de materia casi inorgánica.
¿Tomarán la forma que nosotros queremos? Inmersos en condiciones inconscientes.
El amor es tan impredecible que ni siquiera puedo garantizar que el amor por la vida dure tanto como la misma. Sin embargo, me considero una enamorada del amor, de la vida y de todo lo que me rodea.
Al menos por ahora...
Tenía el toque; era parte de su alma.